Alternando momentos entre la risa y la compasión, el público que estuvo a punto de colgar el cartel de ‘entradas agotadas’ anoche en el Teatro Apolo se lo pasó en grande con la apabullante adaptación realizada por la compañía Albacity Corporation del clásico de la literatura española ‘El Lazarillo de Tormes’. Una cita enmarcada dentro del ciclo de teatro Delicatessen, que organiza de forma conjunta el Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería y Axioma y que formaba parte de la programación de la temporada de otoño.
Una vez más, y tal y como ocurrió con su anterior visita a la ciudad de Almería con la adaptación de otro clásico como ‘La Celestina’ de Fernando de Rojas, merece todos los honores y aplausos el actor Antonio Campos, que volvió a realizar un torrencial alarde de facultades interpretativas, sentido del humor y arte flamenco que tan bien le están reportando numerosas nominaciones a mejor actor en los prestigiosos premios Max.
Como entonces, Campos se vale para hacer todos los personajes. Desde el propio Lázaro, pasando por sus tres primeros amos, el ciego, el clérigo y el caballero, pasando por numerosos secundarios, de bebés a moribundos, de artesanos a posaderos. La continuidad que le da a la obra y a cada transición en los diálogos simulados es digna de elogio, como también que se lanzara todavía más a las suertes flamencas, entre bulerías, fandangos, soleares y pregones, entonando cantes con la guitarra de José Luis Montón.
Con estos elementos y bajo la dirección de Lluís Elías, Campos se echa a la espalda todos los personajes del texto, haciendo reír y sorprendiendo al público en cada uno de los pasajes, rompiendo en varias ocasiones la cuarta pared, interpelando desde el inicio y también incluyendo de manera sutil algunas trazas de actualidad, haciendo símiles con las decisiones del Fondo Monetario Internacional, la corrupción política o incluso una referencia a Luis Alberto de Cuenca al paso sobre la imaginaria presencia de salchichas en pleno Siglo de Oro. Puro teatro del bueno que volvió a conquistar anoche el Teatro Apolo.